sábado, 13 de agosto de 2011

Las pequeñas cosas de la vida

Ayer fue un buen día. Cristóbal se portó súper bien después de pasar la primera noche en su cama nueva. Tanto así que no hubo necesidad de mandarlo a sentarse en el suelo castigado ni siquiera una vez –y eso que en un día por lo general se va a “sentar” (que más bien es echarse a llorar) al menos tres veces-. Además, al salir a la plaza a jugar conocimos a dos mamás con sus hijos. Una de ellas incluso hablaba un poquito de español, así que bien. “¡Hizo una amiguita!” me dijo Cristián. En la noche nos juntamos a tomar café con unos sudafricanos que viven acá hace algunos meses y,  para ya no dar más de éxtasis, me llegó el celular con conexión a internet y el colchón nuevo. ¡Todo en un día! Sí, fue maravilloso.

Hoy también hemos andado bastante bien, aunque estoy hecha bolsa de cansada. Mis días acá son bien básicos, pero agotadores. Hoy me levanté a las 7:30, como siempre, pero no paré. Teníamos invitadas a comer y para lucirme se me ocurrió la brillante idea de hacer ñoquis, por primera vez. ¡Valor! Aproveché mi nueva conexión a internet y busqué una receta.  Se veía simple, pero me faltaban mil cosas.

Tenía que ir al supermercado sola con Cristóbal, pero antes hubo que dejar la casa impecable. Aspiradora, trapeado, limpiado de baños y cocina, lavar y colgar ropa, etc. A las 10:30 estábamos saliendo. Tenía sólo una hora porque a las 11:30 en punto este niño empieza a pedir ´papa´. No sé qué le pasa que anda tan hambriado últimamente.

Cuando salimos del súper estaba lloviendo. Yo iba con tres bolsas –no soy capaz de usar las cajas de acá, así que me doy el lujo de pagar por el cruel y vil plástico- y con Cristóbal que se estaba quedando dormido. Le pasé mi celular al conductor, donde estaba escrita mi dirección en coreano, pero el muy nerd creyó que le iban a hablar y se puso el teléfono en la oreja diciendo “anió e ción?” –o algo así- que significa ‘hola, cómo está’ y yo atrás, muerta de la risa, trataba de explicarle que la información estaba escrita.

A las 12 estábamos en la casa y partió mi maratón. Acá la cosa es temprano, así que tenía que tener todo listo para que llegaran tipo 6:30

Hice almuerzo flash –panqueques con atún- y partí con las salsas: una boloñesa y una de champiñones. Una ensaladita y helado con frambuesas de postre. Listo. El tema complejo estaba en la pasta. En teoría los ñoquis son muy simples: papas, harina, nuez moscada y huevo, sería. Efectivamente es fácil, pero demorosooooo. Lograr la consistencia de la masa es lo complicado, sobre todo cuando uno no tiene experiencia…al ojo no más.

Una cosa no menor es que para cocinar en mi nueva casa hay que estar preparada para lavar, lavar y lavar. El equipamiento de la cocina incluía un sartén y dos ollas. Una chica como para salsa y otra un poco más grande estilo ‘para arroz’. La cocina a gas, además, tiene sólo dos quemadores y no existe el horno. Por ‘ahorrativa’ no quise comprar más cosas, no vi la necesidad. Ahora la veo. Las manos me quedaron con grietas de tanta agua y detergente, pero me las arreglé.

Para que Cristóbal no me molestara mucho durante la preparación le compré un balde con plasticinas. GRAVE error. Definitivamente no es la entretención adecuada para un niño de un año cuando uno quiere mantener el orden y  la limpieza de la casa. Lo dejé de mirar un minuto y medio y todo era un desastre. Él se había comido al menos un tubo, había pisado otros cuantos con las zapatillas, espolvoreado el resto y pegado uno que otro pedacito en el sillón. Paciencia, Pía, no lo mates…es tu hijo.

Después del aseo número dos del día tuve todo listo, mesa puesta incluida, a las 6 de la tarde. Justo a tiempo para sacarme la harina de encima y pegarme una lavadita de dientes al menos.

Los ñoquis!


Cristián llegó hecho una sopa, antes que las invitadas. Afuera había una tormenta enorme, llovía como en el sur, pero con 30 grados. Ahí nos preocupamos por estas niñas: ¿cómo iban a volver a sus casas después? Cristián llamó a una para ‘liberarla’ de la invitación si es que la tormenta las complicaba. A diferencia de lo que se podría pensar, quedé tan cansada con tanta preparación que feliz hubiera cancelado todo. Nadie puede, ¿cierto?

Al final todo salió bien. Las amigas de Cris llegaron con un postre precioso, los ñoquis quedaron ricos y las salsas también. Ufff. Otra pequeña felicidad. Hoy también fue un buen día…


Rachel & Christine (nombres occidentalizados, por supuesto. Los verdaderos son inpronunciables aún

 


Toti atacando el postre


 

2 comentarios:

  1. El secreto es que, en lugar de una entretención tipo plasticina, junto con las compras de lo necesario para los invitados debes incluir un destilado de no menos de 40 grados.
    Agréguese a la papa o almuerzo del niño una medida cercana a una tapita (no es muy exacto, depende del peso del niño, pruebe cantidades y combinaciones hasta dar con la medida justa)
    Con ese sencillo ejercicio encontrará que su retoño mantendrá una inusual calma que le permitirá dedicar el tiempo necesario a la atención de sus invitados.
    Pruebe esta técnica en eventos similares tipo "invitación a comer del jefe" los resultados la sorprenderán!
    El Lolo Precioso

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Gracias!