Algo que me impresionó mucho al comienzo fue lo moderno que es todo. No sé por qué tenía la idea que el país sería más antiguo, más “artesanal”, por así decirlo, pero para nada. Mucha luz, mucha vida, mucha gente, mucho de todo.
Al pasar las semanas he podido ir identificando mejor lo que me gusta y lo que no de esta sociedad. Partamos por lo malo, obvio…soy yo la que escribe…
El olor a comida
En cada esquina se puede encontrar un local de comida coreana y, tal cuál es conocida en el mundo entero, ¡es hedionda! Rica, pero hedionda a morir. Una mezcla entre olor a pescado, algas, ají y ajo, por supuesto. Muuucho ajo. Y lo peor es que uno se encuentra con “el aroma” a cualquier hora del día y en cualquier lugar. Me da una rabia parida cuando salgo recién duchadita, perfumada y me llega el “buqué” a pescado. ¡Obvio que una también queda hedionda!
La dormida
Grande fue mi impresión y decepción cuando llegó la hora de acostarse en Corea por primera vez. La cama era una TA-BLA. O sea, cómo me explico para que me entiendan. Tan, tan dura e incómoda que me fui a echar a un sillón tieso de cuerina y al menos ahí pude dormir.
La primera semana fue una real pesadilla. La cama del terror, el calor del infierno y Cristóbal enterrándome su cabeza en la columna a cada rato. Y más encima tratando de acostumbrarnos a las ¡13 horas de diferencia horaria! De verdad que atroz.
A los diez días, más o menos, compramos por internet un colchón nuevo. Por internet porque en los malls que fuimos vendían sólo las tablas diabólicas. Después de un par de días más de espera -y sus respectivas noches- finalmente llegó la esperada adquisición. No resultó ser lo que esperaba, pero al menos era bastante más decente.
También por internet compramos cama para el Toti porque mucho lo amaré, pero de verdad cero posibilidad de seguir durmiendo con él. Su cama es igual de dura que la nuestra del comienzo L o peor, quizá. ¡Qué rabia! Más encima caras las porquerías. Me dio tanta pena que le compré unas colchonetitas que venden y que se ponen arriba del colchón –hasta ellos cachan que la cuestión es incomodísima-. La pura colchonetita costó ochenta mil pesos, aproximadamente, pero al menos ahora no me siento tan mala de dormir “cómoda” mientras él se acuesta en esa tortura. ¡Si hasta cuando lo acompaño para que se duerma me queda doliendo la espalda!
La basura
Es muy bueno reciclar. Como están las cosas, más que una opción parece una obligación. El planeta lo necesita y se trata de un pequeño granito de arena para evitar que nuestra ecología siga colapsando, ¿verdad? LAS PAILAS! Acá he descubierto que me da lo mismo la ecología y el planeta green. Los coreanos reciclan y, por supuesto, tienen un orden claramente establecido para hacerlo. El martes es EL día de la basura. Sólo el martes. ¿Y qué me importa a mí si total yo vivo en edificio?, pues me importa porque acá no hay incineradores. Charán! Cada uno es responsable de sacar sus desechos y de llevarlos dónde corresponde.
Hay un lugar para los cartones, otro para los plásticos, otro para las latas, otro para la basura propiamente tal (pañales, por ejemplo) y otro distinto para los restos de comida, pero aquí viene la parte “chori”…no es llegar y botar la bolsa con comida en el basurero, noooo, hay que abrir cada bolsa, aguantar el exquisito aroma de comida descompuesta hace días, y botar sólo el contenido en el basurero. La bolsa hay que tirarla en el lugar de los plásticos. Si te pillan botando la bolsa te llega multa. Entrete, ¿cierto?
Ahí es donde toma sentido esto de la compra de las bolsas en el súper. Las que te venden son unas bolsas verdes que son las únicas que se aceptan en el basurero general…el de los pañales. Nada de usar su propia bolsa, señora. Si no es la verde que dice Garbage Bag entonces estamos mal.
Vale decir que la botada de basura es LA tarea de Cristián. Yo me puedo encargar de limpiar, cocinar, planchar, ir al súper a ‘pata’ y todo lo demás, pero la basura no la saco ni aunque me paguen.
No English
Sé que parece pesado de mi parte, pero me carga que ¡nadie habla inglés! Me imagino que en Chile un taxista, una vendedora de mall o lo que sea tampoco se maneja mucho en el idioma, pero pucha al menos algo cachan, ¿o no?
Todo se hace imposible cuando está la barrera del idioma. Comprar, subirse a un tren, inscribir a Cristóbal en el jardín, meterme al gimnasio, o sea todo, ha sido una odisea.
Todo lo que sé respecto de cómo le está yendo a mi hijo en el jardín es gracias a una compañera de trabajo de Cristián que llama y hace las preguntas que yo quiero hacer. Las profesoras –que son jóvenes y educadas- ni siquiera saben decir hello. Nada. Cuando fui a averiguar no hubo caso con sacarles una palabra. Estuve como media hora tratando de lograr hacerme entender con el traductor del celular y salí más perdida que cuando llegué. ¡Incluso su lenguaje corporal es distinto! Si les preguntaba si tenía que llevarle a Cristóbal el almuerzo yo todos los días –usando el traductor- ellas en vez de decirme “no”, usando la cabeza o el dedito en movimiento de limpiaparabrisas, me hacían una mini reverencia, sonriendo. PLOP ¿Mi traductor vale hongo o estoy en un mundo paralelo?
En el gimnasio la cosa no cambió mucho. El lugar se llama Top Fitness y queda al lado de mi casa, o sea, al lado de Samsung donde hay varios extranjeros, sin embargo nadie habla inglés. Todos los letreros están en coreano, las máquinas en coreano y la información de horarios, clases, etc., en coreano. Fail again! No me culpen si no bajo ni medio gramo…está claro que sin instrucciones uno no puede hacer mucho.
Cuando fui a comprar la colchonetita para Cristóbal de nuevo me encontré con la pared idiomática. Haciendo señas y gestos la señora del negocio entendió que necesitaba tal producto, pero hasta ahí no más llegamos. No pudo explicarme el precio ni si servía para lo que yo necesitaba. También con gestos me indicó que me sentara y esperara. Supuse que había ido a buscar a alguien. Veinticinco minutos más tarde –y no estoy exagerando- llegó un vendedor que hablaba inglés –quizá lo trajeron de Japón- ¡Aleluya! La colchoneta era carísima, pero después de tanta espera no iba a decir “no, gracias…estaba mirando”. Pasé la tarjeta y ahí todos me entendieron.
LO BUENO
Shoes off
Me encanta la costumbre que tienen los coreanos de sacarse los zapatos en la casa. Lo encuentro lo más higiénico y cómodo que hay. ¿Qué mejor que llegar e instalarse al tiro la pantufla? En los restaurantes coreanos también lo hacen, se sientan en el suelo para comer, todos a ‘patita pelá’ y lo mismo pasa en muchos otros lugares. En el jardín del Toti no se entra con zapatos, en el camarín del gimnasio tampoco y si vas a la casa de alguien lo primerísimo que tienes que hacer es sacarte los zapatos antes de entrar. ¡Así da gusto comprar alfombras caras!
Si alguien está en un parque, sentado en una banca y quiere subir una patita arriba ¿qué hace? Se saca los zapatos, obvio. Cuando nos han venido a dejar cosas o a arreglar el baño, los maestros se sacan los zapatos y entran. ¡Lo encuentro tan tierno!
Tanto me gustó el sistema que ya estamos adoptando la costumbre en nuestra casa también. En la entrada hay un mueble con repisas –que me tinca era para eso- así que ahí estamos guardando los zapatos. Antes de salir uno se los pone y al llegar, antes de entrar al piso flotante, te los sacas y agarras tus pantuflitas.
La paciencia
Otra cosa muy buena y envidiable es la paciencia que tiene la gente de acá. Como son tan ordenados prácticamente para todo hay fila…y son cincuenta millones de coreanos, así que las filas no son cortas. Para los buses, para entrar al baño, para tomar taxi, ¡para todo!
Uno no llega y hace parar un taxi en cualquier parte, hay lugares establecidos para que los autos esperen a los pasajeros y así se van formando las filitas.
Más que paciencia yo creo que lo bueno es que son personas muy perfeccionistas y por eso tienen un país tan limpio. Todo lo hacen bien, nada a la rápida ni ‘por donde miró la suegra’. En el supermercado noté que una niña que trabajaba ahí estaba limpiando unas basuritas que estaban en el suelo, pero no pasó la escoba sino que se agachó, se puso unos guantes, sacó una bolsita de papel que tenía en el bolsillo y empezó, miguita a miguita, a recoger lo que estaba en el suelo. Se tomó su tiempo, pero quedó perfecto. Los taxistas también son así. Como siempre andamos acarreando el coche del Toti, constantemente abrimos la maleta de los autos y siempre está todo organizado adentro. Una canastita o caja con zapatos, artículos para limpiar el taxi y cosas así. Todo ordenado, impecable.
Mientras infructuosamente trataba de entenderle algo a la profesora de Cristóbal, él se puso a mirar un libro...a los treinta segundos el libro tenía una hoja menos, obvio. Yo muerta de plancha le pegué una retada al niño mientras ella, tranquila, tomó el cuento, sacó scotch y arregló la hoja. Después sacó un wipe, le limpió las manos al Toti y se lo guardó…no lo iba a dejar ahí encima de una mesa cualquiera…
Es realmente ‘refrescante’ ver ese comportamiento. Tan orgullosos de lo que hacen, tan buenos en lo que hacen…incluso me dan como ganas de ser un poquito más así.
Cada loco con su tema
¡Me encanta la diversidad de Corea! En una sola cuadra vez Evangélicos cantando, niñas con vestidos y taquitos con brillos, hombres vestidos como Ken de Barbie, viejitas con trajes tradicionales, etc. y nadie mira a nadie raro. ¡Rico! Incluso Cristián me dijo que aprovechara y que me pusiera todas las rarezas que quisiera mientras estuviéramos acá…jajajjaja…a la que más le gusta usar rarezas.
El desayuno
El pan de Corea es EL MÁS RICO DEL MUNDO!! De verdad que es exquisito. Así como son fanáticos del café son fanáticos de la respostería, porque también en cada esquina se encuentran panaderías estilo Castaños, pero en bacán, con cosas exquisitas, lindas, panes de distintos tipos, etc. El pan, sumado a la mermelada de hiervas y canela que compramos la otra vez, hacen que el desayuno sea la mejor parte del día :)
El desayuno
El pan de Corea es EL MÁS RICO DEL MUNDO!! De verdad que es exquisito. Así como son fanáticos del café son fanáticos de la respostería, porque también en cada esquina se encuentran panaderías estilo Castaños, pero en bacán, con cosas exquisitas, lindas, panes de distintos tipos, etc. El pan, sumado a la mermelada de hiervas y canela que compramos la otra vez, hacen que el desayuno sea la mejor parte del día :)
LO RARO
Las sábanas
Los coreanos NO USAN SÁBANAS! Eso es lo más raro que hay. Aparte de las camas de palo sencillamente no tienen sábanas. Sólo ponen un cubre-tortura (perdón, cubre-colchón) y después el cubrecama.
Cuando nos vinimos traje un juego por si acaso y resulta que ahora es lo único que tenemos, así que me la paso lavando y poniendo la misma cosa. Así como vamos, en un par de meses más vamos a estar durmiendo en una tela de cebolla…y eso que no me he dado por vencida. Mall que voy, mall que pregunto por sábanas, pero ni saben a qué me refiero.
Escobas
Como la idea es hacerme la vida difícil, los coreanos decidieron ir contra el mundo y no tienen las escobas que todos conocemos. Hay escobas, pero el palito tiene unos cincuenta centímetros de largo…o sea, hay que doblarse como wantán para poder usarlas, por ende, NO uso escoba. A pura aspiradora no más.
Amables, pero pesados
La verdad es que la gente de acá es súper amable. Cuando uno logra comunicarse con ellos son muy amorosos, pero en el diario vivir tienen actitudes raras que los hacen parecer mal educados, incluso. Nadie te afirma una puerta si estás por entrar o salir de algún lado, así que prepárate para el portazo en la cara si no estás atento; si estás ‘paveando’ se te cuelan como locos en las filas, no esperan que la gente baje de un lugar para subir ellos (en un ascensor, por ejemplo), etc. Eso al principio fue bien choqueante, uno no se lo espera, pero lueguito te acostumbras y andas a codazos como todo el resto no más. De hecho ya tuve un encontrón con una coreana. Estábamos como a las ocho de la noche afuera de la estación de trenes, esperando en la fila un taxi para irnos a la casa después de un día agotador. Éramos Cristián, el Toti, yo, coche, bolsas, etc. y una ‘cabra’ llega, pasa al lado nuestro y abre ‘cara de palo’ la puerta del auto en cuanto paró al lado nuestro. La reacción de Cristián fue “...’ta la huevona” y yo, furia, dejo las bolsas en el suelo y le cierro la puerta antes que se suba. THIS IS OUR CAR! …Quizá qué cara le puse –acompañando el grito- porque me miró espantada y se fue. Pía: 1 – cabra patuda: 0
Restaurants
La mayoría de los restaurants donde hemos ido han sido de comida occidental, así que las cartas son en inglés y eso nos facilita la vida. Lo raro ha sido, esos sí, que no te ofrecen cosas para tomar. Acá se come con agua –que no te la cobran- aunque si quieres pedir una bebida probablemente tengan, sólo que no la ofrecen. También es diferente el hecho que al servirte los platos te llevan la cuenta al tiro, así que hay que decidir si vas a querer postre, café o lo que sea, a penas llegas.
El tema de la comida acá es más bien un trámite. Te sientas, comes y te vas. No se da el tema del aperitivo, entrada, plato de fondo, postre y café como en Chile…eso es fome. Quizá por eso la atención es tan rápida…no ven la hora que te vayas.
Maldito speaker!
Llevábamos un par de días acá cuando, de la nada, una voz nos empezó a hablar. ¡¿Qué onda?! Resultó ser que hay una especie de parlante empotrado en la pared del living desde donde la Administración te da avisos. Para nosotros es cero aporte porque obviamente hablan en coreano, pero lo peor es que la gente esta ¡habla a cada rato! Como dos o tres veces al día escucho anuncios que no entiendo, que no son nada de cortos y que a veces aparecen a horas bien desubicadas. He tratado de buscar la forma de bajar el volumen, pero parece que eso no depende de uno.
La única vez que he dormido siesta acá adivinen qué me despertó. El speaker!
Chips de chocolate
Después de ir a buscar a Cristóbal al jardín el otro día se me ocurrió la brillante idea de comprarle un helado. El calor era espantoso y se había portado tan bien en el jardín que se lo merecía. Le elegí uno que por el papel parecía ser de chocolate con chips. “¿Está rico?” – “Ajá”-, me responde él y veinte segundos después “mamáaaa, noooooo”. Pensé que se estaba manchando y que quería que lo ayudara entonces como toda mamá le tomé el helado y le chupetié la parte de abajo para “ordenarlo”. PUAJ!! Era cerdo, ¿y las chispas de chocolate? POROTOS NEGROS!! ¿Quién se come esa cuestión? No sé, pero yo terminé botando esa asquerosidad de inmediato.
*Rarezas flash:
- Todos los autos son negros, blancos o grises. Puros sedán y todos automáticos…hasta el más ‘sharsha’
- Las mujeres usan ‘manguitas’. Polera manga corta con una mangas de laycra que van del bícep a la muñeca. Para protegerse del sol, supongo. ¿Por qué no usan poleras de manga larga entonces? Ni idea.
- La gente acá está obsesionada con la cara. Tiendas gigantes de puras cremas, comerciales y más comerciales de hidratantes, infomerciales con mascarillas milagrosas, etc. la embarraron para vanidosos.
- Los malls tienen en el baño de mujeres una sala especial para pintarse. Con mesitas, espejos individuales iluminados y ¡viven llenas!
- Comen arroz todos los santos días. La snack del jardín de Cristóbal es arroz con sopa de champiñón, de hecho. (y él se come todo)
- Muchas mujeres caminan de la mano. Mamás e hijas, amigas, lesbianas (me imagino) y así, mujeres de todas las edades andan de la mano por la vida.
Disfruté muchísimo tu texto, me fui imaginando toda su aventura. Vine aquí para saber lo de las sábanas, ya que en México vive una coreana que nos cree locos por usarlas. Saludos desde tierras mexicanas.
ResponderEliminarLo disfruté, gracias.
ResponderEliminarEstaba buscando información sobre Corea pq me gustaría ir de vacaciones. Lo que he podido reírme, entre sus expresiones que no usamos aquí (Madrid, España) y lo que cuentas y cómo lo cuentas....muy buena información. debieron pasarlo bien conociendo un sitio tan diferente.
ResponderEliminarGracias por explicarnos a detalle tu aventura y tu vida en Corea, entre porque el buscador me llevo a tu blog por el tema de las sábanas. Me encantó todo lo que contaste, gracias!!!
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