sábado, 8 de febrero de 2014

El fin de la aventura


Primero que todo, nadie puede estar escribiendo la última entrada de este blog en este minuto de la vida. Se supone que la idea era ir contando en tiempo real mis aventuras y desventuras, pero el desenlace de esta historia llega a ustedes nada más y nada menos que 18 meses tarde –sí, ya es febrero de 2014! - así que intentaré sumergirme en lo poco y nada de cerebro útil que me queda y recordar cómo fue la vuelta a casa. En una de esas mi cabeshita loca me juega una mala pasada y me invento cosas que nunca pasaron –no sería la primera vez-, pero pueden tener la certeza que, si pasa, va a haber sido sin querer. PeLdón, heLmanos.

Bueno, como en Corea están al verre que nosotros, un tiempo antes de volver el colegio donde trabajaba salió de vacaciones de verano y, como volvían a clases cuando yo ya no estuviera, se me acabó la pega y pude dedicarme a organizar el retorno a Chile full time nuevamente.

La verdad es que “organizar” suena a como que yo hice mucho cuando no hice nada, así que seré sincera y diré que dediqué las últimas semanas a volver a vegetar.

Thank God la empresa de Cristián se encargaba de todo el embalaje y demases –incluído el arriendo del apart hotel que nos acogería durante las primeras semanas de vuelta en Santiago, dándonos tiempo así de re armar nuestra casa-, lo que significó que mi responsabilidad se limitó a seleccionar lo que valía la pena traerse y lo que no. Quienes me conocen en 3D sabrán que eso en mi caso fue esperar, esperar, estresarme pensando en lo que tenía que hacer, seguir esperando y colapsar dos días antes de subirnos al avión. Y así fue. Mi vida continuó como había sido y, literalmente, 36 horas antes de abordar llegaron unos tipos a embalar y yo con señas y cosas les decía qué dejar afuera…decisión que iba tomando a medida que tomaban algo y me miraban con cara de duda.

Fue tal mi dejación que hice que ellos mismos sacaran la ropa de los closets y la metieran, con ganchos y todo, en cajas que ni idea tenía cuándo llegarían a Chile. En fin, soy un desastre y no intento ocultarlo. De lo único que sí me preocupé fue de separar algunas pilchas que nos sirvieran para el que iba a ser nuestro “plan de retorno”, que era lejos lo que más me entusiasmaba: París y Londres  –con Juegos Olímpicos incluidos. ¡Una maravilla! Tuve que tener cuidado, eso sí, con no llevar mucha cosa porque no estaba dispuesta a acarrear millones de maletas por tres continentes nuevamente. (Diríjase a los primeros post de este blog y sufra con mi desgracia cuando nos fuimos a Corea)

En ese momento en Corea era full verano, con 35 grados y una humedad del mismísimo infierno; en Europa iba a ser verano igual, pero con temperaturas templadas y lluvias incluidas y Chile iba a estar en todo lo que es invierno. Chesuma…

Bueno, desenrollada como soy decidí llevar 1 maleta de invierno para los tres, 1 con ropa de media estación y un bolso de mano. Sería. Con las cosas de la casa que no me iba a traer la solución fue fácil también. Aló, Eugeneee!...mi amigui coreana aceptó feliz todo lo que le pasé, desde la cama, veladores de Cristóbal y el colchón millonario que compramos para nosotros, hasta el resto de detergente, escobas y mercadería que me quedaba.

Otra cosa que atiné fue a pasarle una cámara a las profes de Cristóbal para que lo grabaran y le sacaran fotos en el jardín y así tener recuerdos reales de su estadía allá. ¡Se mueren lo lindo! Lo filmaron comiendo, cantando canciones, lavándose las manos…cosas que no tienen ninguna gracia en verdad, excepto que lo hacía todo siguiendo instrucciones en coreano y eso me derretía. Varias mamás apoderadas al parecer cachaban el que iba a ser su último día de clases y amorosamente le mandaron regalos y el jardín mismo le dio una tenida y una foto con su song sen nim (profesora) y compañeros de sala…bello.
Cristóbal y su curso

A todo esto, se me fue mencionar que la gente que conocimos allá se portó súuuper bien con nosotros y se preocupó harto de despedirnos y hacernos sentir queridos.

Los compañeros de pega de Cris nos hicieron una junta llena de extranjeros de la empresa que estuvo súper chora (mi amigui se quedó cuidando al Toti para que yo pudiera ir) y mis amigas coreanas, cada una, hizo algo especial para “cerrar el ciclo”…muy amorosas.

La Michelle, mi amiga mamá del jardín, me invitó a almorzar a su casa y me preparó una comida tradicional exquisita –que ahora cero posibilidad de acordarme del nombre- y la noche antes de partir fue a mi casa de sorpresa para el último abrazo. Mi amiga del gimnasio, la knowledge freak, me invitó a un día de cultura –sé que están pensando que conociéndome se cayó con la invitación, pero la verdad es que estuvo súper choro y se lo agradezco harto. La salida incluyó templos, dos museos, almuerzo en una especie de cocinería coreana y una feria libre. Y mi amiga máxima y vecina, la Eugene, hizo tantas cosas que me da hasta nervios acordarme: me invitó a almuerzos, me llevó a un mall para que nos sacáramos unas fotos que son típicas de amigas allá (que tierna…como si tuviéramos  13 años), le regaló un traje tradicional a Cristóbal precioso y lloró, sin mentir, por lo menos 10 veces durante las últimas dos semanas que estuve allá. Un amor ella.
La Eugene!

Finalmente los gallos embalaron mi casa en 2 horas y ya estaba…La que había sido nuestra vida, por los últimos 12 meses se resumía ahora en algunas pocas cajas. Pena, eso sentí.

El día mismo de la partida obvio vino la Eugene y su marido a despedirse y nos fuimos.

Uy, no sé cómo explicar la sensación. Estaba contenta de que todo estaba saliendo bien, de que se nos venían unas vacaciones exquisitas y que por fin íbamos a estar de vuelta en Chile para partir otra etapa de nuestra vida, pero al mismo tiempo me invadió una tristeza y nostalgia onda. Es heavy despedirte de un lugar que sabes, con 100% de certeza, que NUNCA volverás a ver. ¿Quién va a Corea porque sí? Nadie, poh.

En resumen puedo decir que fue un año increíble, lleno de miles de experiencias y cosas que jamás imaginé podría vivir y estoy, sin duda, agradecida hasta las masas de todo lo que nos pasó. Nos sirvió N para unirnos, disfrutamos a Cristóbal de una manera que acá jamás hubiéramos podido y, sin exagerar, nos abrió un mundo.
…todavía no puedo creer que ya pasó…

¡Gracias, Corea! Hasta siempre :')

Pd: es tanto lo que me demoré en escribir esto que ya hasta hay un integrante nuevo en la familia. Les presento a Matías!

Los Darré Rossi
Enero 2014

1 comentario:

Gracias!