viernes, 4 de noviembre de 2011

Porque no todo es miel sobre ojuelas

Desde que llegué le he encontrado miles de cosas buenas a Corea. Estoy contenta de estar acá y de poder vivir esta experiencia, pero…¡pucha que son raros estos gallos a veces!

Hace unos días mi lindo marido cumplió 32 años. Para celebrar nos regalamos unos días en un resort de invierno que queda a un par de horas de Suwon. Es un lugar muy chori, que tiene convenio con Samsung así que, además, es barato para nosotros.

Cristóbal había pasado los últimos días súper enfermo, por lo que dudamos un poco si ir o no, pero al final decidimos partir no más. Total, si iba a estar afiebrado lo íbamos a pasar mal donde estuviéramos y la reserva ya estaba confirmada.

Cristián arrendó un auto y luego de unas explicaciones acerca de cómo usar el navegador, estábamos on our way. La maquinita esta es es-pec-ta-cu-lar. Le programas la dirección a la que vas y te hace un mapa con indicaciones de cómo llegar. Pero no es sólo una flecha ordinaria moviéndose, no, la cosa te habla y te avisa de precauciones en el camino –careful with falling rock- por ejemplo, los límites de velocidad, te dice que viene un peaje y cuánto es el monto a pagar, entre otras cosas. ¡Maravilloso!

Con esto no nos costó nada llegar, y eso que las carreteras acá son enfermas de enredadas, atiborradas de carteles que obviamente no entendemos. ¡Con razón absolutamente TODO el mundo tiene uno en el auto acá!

Llevábamos una media hora de camino, Cristóbal dormía atrás, y ya habíamos alabado el invento este durante largos minutos. Luego, un momento de silencio y…”¡maldita máquina!”. Pucha, es demasiado útil, pero ¡aburre! Se trata de un parloteo constante que dice “En 700 metros el límite de velocidad es de 100 kilómetros por hora”, perfecto, pero a los veinte segundos…”En 400 metros el límite de velocidad es de 100 kilómetros por hora”, para luego: “En instantes el límite de velocidad es de 100 kilómetros por hora” y todo esto acompañado de un incesante pito de alarma y la pantalla iluminándose y apagándose al ritmo del mismo. El show dura hasta que bajes la velocidad. Después te advierte que el camino tiene curvas, que hay peligro de rocas cayendo, que una próxima curva es pronunciada, que vienen lomos de toro, etc. y cuando no tiene nada que advertirte te dice: “Maneje con precaución”. Uffff!!!

Obviamente cero posibilidad de ir cantando en el auto, comentando el paisaje o cosas así. Tienes que ir mega atento a que, entre tanta cháchara, no se te pase justo el comentario útil que te avisa que hay que tomar una salida de la autopista.

Bueno, tras un par de horas de tortura habíamos llegado. El lugar era enorme, con hotel,  condominios, restaurants, un parque acuático enorme y miles de cosas más. Nosotros nos íbamos a quedar en uno de los condominios porque el hotel no tenía reservas –“maldición, tendré que seguir haciendo camas”, pensé-, pero bueno…peor es mascar lauchas.
Phoenix Park. Acá van a ser los JJOO de invierno en 2018

El departamentito era lindo, chiquitito, pero “monono” como se dice por ahí. Dos piezas, pero sólo una con camas gemelas (cueck) y cuatro colchonetitas coreanas con sus respectivos plumones por si alguien quisiera dormir en el suelo. -“Partiste, Cristóbal”.

Corea 1 – Pía 0

El niñito este seguía pata de laucha, así que la primera noche fue del terror. Llegamos, comimos y de vuelta a la pieza. Mientras buscábamos dónde comer me di cuenta de otra cosa: los empleados del lugar no le pegan al ‘inglich’. Estuvimos harto rato tratando que nos dijeran qué restaurants había en el complejo y qué estilo eran, pero no hubo caso. Terminamos yendo al hotel, pero no tenía ni un brillo.

Me extraña mucho que en un lugar que obviamente es turístico no contraten a alguien que hable inglés, o no tengan panfletos con la información obvia necesaria al menos…

Corea 2 – Pía 0

El Toti había dormido harto en el auto, así que no hubo caso que se durmiera temprano y, para rematar, se estaba volando en fiebre de nuevo. Más de 40 grados había sido la tónica los últimos tres días, así que mi aguante a esa altura era nulo. Le enchufé el remedio mágico y se empezó a recuperar.

Cuando finalmente cayó en los brazos de Morfeo era casi la una de la mañana y yo, hecha leña, partí a acostarme. Deseosa de caer en coma profundo (#planta) llego a la pieza y Cristián me dice con cara de ass: “prepárate, las camas son una tortura”. NOOOOO!! ¡Mi peor pesadilla hecha realidad! Inocente yo, creí que eso iba a ser lo peor de mi noche…

Tratando de hacer el menor ruido posible empezamos a sacar colchonetitas del closet para ponerlas arriba del “colchón”. Yo figuraba odiando a todo el mundo, especialmente al lado asiático, por su afán de dormir al estilo “pagando mandas”. ¿Quién cresta puede descansar así? ¿Esta gente del hotel no se da cuenta que acá vienen turistas con espaldas de humano que no aguantan ese nivel de incomodidad? Valor, Lord.


Pero la verdadera guinda de la torta llegó un par de horas después –literalmente DOS horas después- cuando Cristóbal se despertó llorando. Seguía sintiéndose mal, así que lo pasé para mi cama (de una plaza by the way). Incómoda a más no poder, con un niñito hirviendo y lloroso al lado mío, traté de seguir durmiendo. Estaba casi casi cuando…¡PAF! ¡Cristóbal se cayó de la cama! Llanterío de locos y Cristián retándome por “cómo se me había caído”. Grrr. Al final me fui a la cama/suelo con el nene para evitar nuevos accidentes. Mala idea. Si bien no se cayó más (obviamente) me pateó como quiso y cada quince minutos más o menos se pegaba una llorada grande. Hasta Cristián estaba histérico – y eso que él casi nunca lo “siente” (¬¬). En fin…la cosa es que no dormí nada.

Al otro día todas mis esperanzas estaban puestas en lo que LEJOS más me gusta de salir de paseo: ¡los desayunos de hotel! Llegamos al buffet y…¡desilusión! La cuestión era desayuno coreano, con muy pocas cosas de nuestro estilo. Sí había kilos de arroz, sopas, dumplings, algas con soya, etc. ¡Pucha la cuestión! Un par de miserables tostadas con huevo revuelto y una media luna fue lo que conseguí.

Corea 3 – Pía 0

Como mi retoño seguía debilucho estuvo todo el día “palito con caca”. O sea, no había por dónde agarrarlo. ¡Pesado el cabrito! Y más encima Cristián fatalista diciéndome que le había vuelto la ‘maña’ que me tuvo al borde del suicidio hace un par de meses.
Una muestra de su llanto

Al final nos instalamos traje de baño ya partimos al parque acuático in door del lugar. Era exquisito, pero todo fue un show. Cristóbal lloraba porque no se quería sacar la ropa, después lloraba porque no quería meterse al agua y después lloraba porque no quería salirse. Ufffffffff. Paciencia, ¡ven a mí!

Feliz me hubiera quedado mucho más rato, pero de verdad era medio imposible con Cristóbal tan pesote, asique nos fuimos más o menos luego. Cristián, por su lado, con la cara larga porque ese era el día de su cumpleaños y no se lo estábamos respetando…

En la noche salimos a mirar más restaurantes, pero no hubo caso. Todo es coreano. De verdad que no entiendo cómo es que sólo comen su comida. ¿En Chile hay puros restaurants con empanadas y pasteles de choclo? ¡No poh!, pero acá sí. Todo es comida típica de ellos y está siempre lleno. El único occidental era el del hotel al que habíamos ido el día anterior y que era más fome que chupar un clavo. Las otras opciones eran pizza (sólo para llevar) y pollo en salsa BBQ. Todo “asiaticado”, obviamente, así que mega picante. El pollo era incomible, de hecho.

Desde la casa llevamos una torta para cantarle a Cristián y cuando estábamos preparando todo, sorpresa nuevamente: en la cocina no hay cuchillos ni tenedores. Sólo palitos chinos y cucharas.

Corea 4 – Pía 0

Los 32!


En la mañana decidimos no ir al desayuno de abajo. Para qué si total teníamos cocina con varias cosas bastantes más ricas que las de ellos. Habíamos planeado ir de paseo a unas playas cercanas, así que había que levantarse luego. El Toti POR FIN estaba bien.

Entré rauda a la ducha –el día anterior nos habíamos bañado en el mismo parque acuático- y oh, nuevamente sorpresa: hay sólo toallas de mano. Llamé a la recepción y al parecer algo me entendieron porque enviaron a alguien al tiro. Lamentablemente venía con las mismas mini toallitas de mano que ya teníamos. Los coreanos no usan toallas grandes, pero again mi furia se gatilla porque ¡¿cómo no piensan en los turistas?!
Corea 5 – Pía 0


Ese día de paseo fue exquisito. El clima estuvo increíble, Cristóbal feliz, todo bien. Como era día de semana la playa estaba desierta, enterita para nosotros, todo un lujo en Corea. Encontramos un restaurant italiano para almorzar. Cristián pidió rissotto y yo lasaña. Desde que llegamos, cada vez que pedimos pasta lo único que ofrecen es tallarines. No se ven ñoquis ni raviolis por ninguna parte y acá por fin había algo distinto. Llegó la lasaña y, obvio, la habían echado a perder. Calculo que le pusieron medio kilo de pimienta más o menos porque era intragable, cero sabor a lasaña. ¡Grrrr! ¡Qué rabia! ¡Coreanos desgraciados con su paladar y sus espaldas extrañas!

Corea 6 – Pía 0
Mi ninja

Al otro día ya era hora de irse. Guardamos todo y nos fuimos nuevamente de paseo…había que aprovechar el auto. Usando la maquinita navegadora llegamos a un lugar que por fuera no parecía tener ni un brillo, pero que terminó siendo bello. Una isla artificial de cinco kilómetros de diámetro en medio de un lago precioso, llena de árboles y animalitos. Lindo, lindo. Había miles de cosas que hacer para los niños, miles, y los paisajes y vistas eran maravillosas. Lo pasamos súper y volvimos a la casa con una sensación muy rica. Todo lo malo que pasamos se borró ese día.


Ya en la casa me puse a desarmar la maleta y ¡oh, sorpresa! Ahí estaban las dos toallas de mano que me “traje sin querer” del resort. No iba a dejar que me dieran la paliza así como así…

Corea 6 – Pía 1 J

2 comentarios:

  1. jajajajajajaja al menos no fue 6-0!

    Cami~

    ResponderEliminar
  2. EL SCORER PARECE TENIS JAJAJA, EN TODO CASO ESAS COSAS MALAS TE TRAEN MENTALMENTE A CHILITO, ME EXTRAÑA Q HAYAN ACABADO CON TU PACIENCIA AL 5º GOL Y NO ANTES.¿PACIENCIA ORIENTAL? I LOVE YOU

    ResponderEliminar

Gracias!