Primero
que todo, nadie puede estar escribiendo la última entrada de este blog en este
minuto de la vida. Se supone que la idea era ir contando en tiempo real mis aventuras
y desventuras, pero el desenlace de esta historia llega a ustedes nada más y
nada menos que 18 meses tarde –sí, ya es febrero de 2014! - así que intentaré
sumergirme en lo poco y nada de cerebro útil que me queda y recordar cómo fue
la vuelta a casa. En una de esas mi cabeshita
loca me juega una mala pasada y me invento cosas que nunca pasaron –no
sería la primera vez-, pero pueden tener la certeza que, si pasa, va a haber
sido sin querer. PeLdón, heLmanos.
Bueno,
como en Corea están al verre que nosotros, un tiempo antes de volver el colegio
donde trabajaba salió de vacaciones de verano y, como volvían a clases cuando yo ya
no estuviera, se me acabó la pega y pude dedicarme a organizar el
retorno a Chile full time nuevamente.
La verdad
es que “organizar” suena a como que yo hice mucho cuando no hice nada, así que
seré sincera y diré que dediqué las últimas semanas a volver a vegetar.
Thank God la empresa de Cristián se
encargaba de todo el embalaje y demases –incluído el arriendo del apart hotel que nos acogería durante las
primeras semanas de vuelta en Santiago, dándonos tiempo así de re armar nuestra
casa-, lo que significó que mi responsabilidad se limitó a seleccionar lo que
valía la pena traerse y lo que no. Quienes me conocen en 3D sabrán que eso en
mi caso fue esperar, esperar, estresarme pensando en lo que tenía que hacer,
seguir esperando y colapsar dos días antes de subirnos al avión. Y así fue. Mi vida
continuó como había sido y, literalmente, 36 horas antes de abordar llegaron
unos tipos a embalar y yo con señas y cosas les decía qué dejar afuera…decisión
que iba tomando a medida que tomaban algo y me miraban con cara de duda.
Fue tal
mi dejación que hice que ellos mismos sacaran la ropa de los closets y la
metieran, con ganchos y todo, en cajas que ni idea tenía cuándo llegarían a
Chile. En fin, soy un desastre y no intento ocultarlo. De lo único que sí me
preocupé fue de separar algunas pilchas que nos sirvieran para el que iba a ser
nuestro “plan de retorno”, que era lejos lo que más me entusiasmaba: París y
Londres –con Juegos Olímpicos incluidos. ¡Una maravilla! Tuve que tener cuidado, eso sí,
con no llevar mucha cosa porque no estaba dispuesta a acarrear millones de
maletas por tres continentes nuevamente. (Diríjase a los primeros post de este
blog y sufra con mi desgracia cuando nos fuimos a Corea)
En ese
momento en Corea era full verano, con 35 grados y una humedad del mismísimo infierno;
en Europa iba a ser verano igual, pero con temperaturas templadas y lluvias incluidas
y Chile iba a estar en todo lo que es invierno. Chesuma…
Bueno,
desenrollada como soy decidí llevar 1 maleta de invierno para los tres, 1 con
ropa de media estación y un bolso de mano. Sería. Con las cosas de la casa que
no me iba a traer la solución fue fácil también. Aló, Eugeneee!...mi amigui
coreana aceptó feliz todo lo que le pasé, desde la cama, veladores de Cristóbal
y el colchón millonario que compramos para nosotros, hasta el resto de
detergente, escobas y mercadería que me quedaba.
Otra
cosa que atiné fue a pasarle una cámara a las profes de Cristóbal para que lo
grabaran y le sacaran fotos en el jardín y así tener recuerdos reales de su
estadía allá. ¡Se mueren lo lindo! Lo filmaron comiendo, cantando canciones,
lavándose las manos…cosas que no tienen ninguna gracia en verdad, excepto que
lo hacía todo siguiendo instrucciones en coreano y eso me derretía. Varias
mamás apoderadas al parecer cachaban el que iba a ser su último día de clases y
amorosamente le mandaron regalos y el jardín mismo le dio una tenida y una foto
con su song sen nim (profesora) y compañeros de sala…bello.
Cristóbal y su curso
A todo
esto, se me fue mencionar que la gente que conocimos allá se portó súuuper bien
con nosotros y se preocupó harto de despedirnos y hacernos sentir queridos.
Los compañeros
de pega de Cris nos hicieron una junta llena de extranjeros de la empresa que
estuvo súper chora (mi amigui se quedó cuidando al Toti para que yo pudiera ir)
y mis amigas coreanas, cada una, hizo algo especial para “cerrar el ciclo”…muy
amorosas.
La
Michelle, mi amiga mamá del jardín, me invitó a almorzar a su casa y me preparó
una comida tradicional exquisita –que ahora cero posibilidad de acordarme del
nombre- y la noche antes de partir fue a mi casa de sorpresa para el último
abrazo. Mi amiga del gimnasio, la knowledge
freak, me invitó a un día de cultura –sé que están pensando que
conociéndome se cayó con la invitación, pero la verdad es que estuvo súper
choro y se lo agradezco harto. La salida incluyó templos, dos museos, almuerzo
en una especie de cocinería coreana y una feria libre. Y mi amiga máxima y
vecina, la Eugene, hizo tantas cosas que me da hasta nervios acordarme: me
invitó a almuerzos, me llevó a un mall para que nos sacáramos unas fotos que
son típicas de amigas allá (que tierna…como si tuviéramos 13 años), le regaló un traje tradicional a
Cristóbal precioso y lloró, sin mentir, por lo menos 10 veces durante las
últimas dos semanas que estuve allá. Un amor ella.
Finalmente
los gallos embalaron mi casa en 2 horas y ya estaba…La que había sido nuestra
vida, por los últimos 12 meses se resumía ahora en algunas pocas cajas. Pena,
eso sentí.
El día
mismo de la partida obvio vino la Eugene y su marido a despedirse y nos fuimos.
Uy,
no sé cómo explicar la sensación. Estaba contenta de que todo estaba saliendo
bien, de que se nos venían unas vacaciones exquisitas y que por fin íbamos a
estar de vuelta en Chile para partir otra etapa de nuestra vida, pero al mismo
tiempo me invadió una tristeza y nostalgia onda. Es heavy despedirte de un lugar que sabes, con 100% de certeza, que
NUNCA volverás a ver. ¿Quién va a Corea porque sí? Nadie, poh.
En resumen
puedo decir que fue un año increíble, lleno de miles de experiencias y cosas
que jamás imaginé podría vivir y estoy, sin duda, agradecida hasta las masas de
todo lo que nos pasó. Nos sirvió N para unirnos, disfrutamos a Cristóbal de una
manera que acá jamás hubiéramos podido y, sin exagerar, nos abrió un mundo.
…todavía
no puedo creer que ya pasó…
¡Gracias,
Corea! Hasta siempre :')
Pd:
es tanto lo que me demoré en escribir esto que ya hasta hay un integrante nuevo
en la familia. Les presento a Matías!
Los Darré Rossi
Enero 2014